Jorge Ricardo

Agencia Reforma

Ocosingo, Chiapas 20 abril 2024.- El tumulto, el retraso, inició a las ocho de la mañana, en el aeropuerto de Villahermosa, Tabasco. Quinientos morenistas hicieron un pasillo, un alboroto, un caos desde la sala hasta el estacionamiento.

«Dejen pasar, dejen pasar, es la presidenta, es la presidenta», gritaba un tabasqueño moviéndose a codazos. «Sí la saludé y hasta me pegué detrás de ella, pero no había quién tomara la foto», se quejó una güera de huipil de manta.

Los que la han seguido en 51 días de campaña miran y dicen que nunca habían detenido tanto a Claudia Sheinbaum en ningún lugar como en su recorrido de Tila a Las Margaritas, de norte a sur de Chiapas. Nunca la habían esperado asomados en la puerta de sus casas, cinco horas a la orilla de la carretera hasta que se hacía de noche, como antes se veía en las giras del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

«Una disculpa si tardamos un poco más; es porque tenemos a la candidata más taquillera de México», dijo el aspirante morenista a Gobernador, Eduardo Ramírez, el «Jaguar», antes del Partido Verde, en el último mitin, cuando llegaron una hora y media tarde, a las nueve de la noche.

«Nos paramos, la gente nos estaba esperando, y así en cada lugar», agregó la candidata presidencial en el Deportivo Municipal de Las Margaritas, ya todo luz eléctrica y semivacío porque los asistentes se fueron cuando apenas comenzó a hablar.

Menos sentimentales que con el Presidente, los indígenas y campesinos del segundo estado más pobre del País esperaron todo el día uniformados con playeras de Morena, cachuchas rojas del PT, banderines verdes y coreaban más el nombre del candidato a Gobernador azuzados por sus líderes .

En el Deportivo Monumental de Tepalcingo, en el primer mitin, los organizadores contaron 15 mil asistentes que coreaban «Presidenta, Presidenta» hasta no dejarla oírse ni a ella misma. Sheinbaum callaba y esperaba a que bajara el ruido. Advirtió: «Si queremos que siga la transformación, que sigan los programas sociales, entonces hay que votar seis veces por los partidos de nuestro movimiento».

Siempre sonriente, como corresponde a una campaña, aunque a veces con el gesto cansado o impaciente, la candidata  posaba con la mayoría, se fotografiaba y llegaba a todos los eventos seguida de un convoy de patrullas de la Guardia Nacional, militares y la Policía Estatal.

Sin señal de teléfono, gente esperando a la orilla de la carretera, caminos de maleza cubierta de polvo, horizontes grises, quemazones, desfiladeros, platanares y mareo, militares, techos de zinc brillando perdidos ente las montañas, topes y topes y además baches, una manifestación contra el Partido Verde en la entrada a Tila.

«¡Claudia, el Verde no es aliado, es plaga, disfrazado», decían mantas colgadas en los postes. Abajo los pobladores agitaban sus cartulinas. «Limber y PVEM corruptos».

En el mitin hubo protestas, pero por el mal estado del sistema de salud que López Obrador lleva cinco años jurando mejorar cómo el de Dinamarca.

«¿Cómo están los centros de salud, aquí en Chiapas?», preguntaba la morenista y ya le estaban gritando que mal, que muy mal.

«¿Qué les falta?», tanteó.

«¡Todo!», le respondió el coro que ocupaba las gradas y el campo de beisbol y las banquetas.

De Tila a Chilón, otra hora y media de gente esperando. Si nunca antes hubo tanta gente, tampoco antes se vio tanta publicidad en medio de la nada. Anuncios en alambradas, en bardas, en maderas clavadas en la tierra, en árboles, curvas, piedras. Hasta los pesebres olvidados tenían su manta.

En el Deportivo de Chilón había indígenas mirando inseguros por las ventanillas de las camionetas, apretando la tierra suelta con sus pies descalzos y en una esquina del templete, la diputada y empresaria de Morena Patricia Armendáriz.

«Somos explosivos, somos emotivos, somos entregados, así somos los chiapanecos», decía la diputada y miraba el deportivo abarrotado y Sheinbaum insistía en que no puede haber Gobierno rico con pueblo pobre.

Los miles de asistentes habían acabado con el agua embotellada y la comida en todas las tiendas de Chilón y las cervezas, los panes, pero seguían gritando.

«Bueno. ¿Me van a oír o no me van a oír?», les expresó Sheinbaum con el tono agrio que era una orden.

«El 2 de junio vamos a decidir si continúan los programas sociales o desaparecen los programas sociales», dijo.

Sheinbaum ya no preguntó si querían un buen sistema de salud o médicos, sino más.

«¿Quieren más equipos?», gritó. Y todos respondieron: «¡Sí!» «¿Quieren más médicos, más enfermeras? ¡Sí! ¿Más medicamentos gratuitos? ¡Sí! Pues vamos a traer más centros de salud y mejores centros de salud aquí en Chilón».

Las Margaritas, al sur de Ocosingo ya es territorio zapatista. El 1 de enero de 1994 el EZLN tomó el Palacio Municipal, mató a tres policías, secuestró al General Absalón Castellanos Domínguez, ex Gobernador del estado, robaron dos vacas y se fueron a la selva. En el Deportivo Municipal, Abida Martínez, una viejita de 76 años, decía que ni se acordaba. «Igual, sigue igual, sigue igual», decía.

Sheinbaum llegó una hora y media tarde cuando la gente seguía inmóvil entre las sombras con sus mantas, sin luz eléctrica y apretadas, y se fueron antes a buscar sus caminos de regreso entre la selva antes de que el «jaguar» prometiera lealtad y suplicara que no haya divisiones en la coalición.

«La lucha no es contra nosotros, la lucha es contra la pobreza», apuntó. Se fueron yendo incluso antes de que Sheinbaum pudiera lo mismo. El Partido Verde, ex aliado y satélite del PRI, ahora goza de fuero.

«Somos hermanos, ya sé que a veces entre hermanos y hermanas tenemos nuestros pleitos, pero aquí somos hermanos; la disputa no es entre Morena, la disputa es para que no regrese la corrupción y los privilegios», clamó.

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