• La compañía Danza Visual representa a un mundo que se ha acelerado

Ricardo Cervantes Malfavón 

52 es un proyecto de colaboración entre México, Brasil y Suecia que comenzó en 2020 y se ha transformado con el paso de los años, adaptándose a la actualidad. El coreógrafo y director brasileño Fernando Melo encabeza al equipo creativo de esta obra, y a su gran elenco de bailarines, cantantes y pianistas que transmiten una experiencia extraordinaria.

 

La pieza coreográfica de la compañía Danza Visual tiene por objetivo representar la actualidad de un mundo que se ha digitalizado y acelerado sin dejar tiempo a la reflexión, como parte fundamental para el bienestar personal.

En un escenario en constante movimiento, donde suenan los Liebeslieder Waltzer Op. 52 de Johannes Brahms, la obra se muestra como un acto multidisciplinario. Cinco bailarines, cuatro cantantes y dos pianistas nos enseñan una forma diferente y cautivadora de escuchar la música de Brahms y sumergen al público en una experiencia donde la interacción y la complicidad entre los artistas marcan la importancia del humanismo y el amor.

“Los valses de Brahms, relacionados con el amor, son el punto de unión donde tenemos a cuatro cantantes en escena y un piano a cuatro manos. Mauricio Ascencio realizó un maravilloso concepto de una plataforma giratoria que nos ayuda a darle sentido dramatúrgico. Básicamente todo se concentra en esta plataforma de madera que tiene cinco paneles, como referencia a lo que nos separó durante la pandemia”, menciona Patricia Marín, productora y parte del elenco.

El resto de ésta lo conforman los bailarines Anivdelab Ponce de León, Samantha Nevarez, Leonardo Beltrán, Tlathui Maza, Jonathan Alaves y Fernando Zárate, los cantantes Rogelio Marín, Paola Danae Gutiérrez, Wendy Oviedo, Pablo Aranday y los pianistas James Pullés y Karina Peña. El artista Mauricio Ascencio se encargó del diseño de vestuario, la iluminación y la escenografía.

Noyollo Opus 52 urge a la conexión humana y se ofrece como herramienta para sanar los estragos de la pandemia. El título de la obra nace de la palabra en náhuatl noyollo, que se traduce como “mi corazón”, y de la referencia a los valses de Brahms.

“Los conceptos de la conexión y del giro, que vienen del vals, se plantearon en el 2020 porque queríamos hablar de la conexión humana. Hace cuatro años que comenzó la pandemia y al parecer se olvidan un poco las consecuencias que dejó. Queríamos crear una pieza que ayudara a reconectar con nosotros mismos y a conectar con el otro, el significado que quisimos desarrollar en el 2020 no ha cambiado mucho”, señala Marín.

Noyollo Opus 52 se presenta el 23 de agosto a las 20 horas, el 24 de agosto a las 19 horas y el 25 de agosto a las 18 horas en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

FUENTE: UNAM

 

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