El partido en el poder, Morena, ha resultado una farsa o un fraude. De plantearse la regeneración nacional ha terminado siendo más de lo mismo o peor. Sin visión de Estado, sin compromiso democrático, sin políticas públicas sustentadas ni aparato profesional ha derivado en un gobierno de ocurrencias, fusionado como partido, omiso de sus responsabilidades y brutalmente peligroso para la convivencia plural, pacífica y legal de México.
Su utopía se volvió distopía, sus sueños en pesadilla y su gobierno un poder corrupto, tradicional y opresor. Ya no tienen banderas de lucha, ni causas, se quedaron huérfanos de principios e ideas. Son brutalmente pragmáticos y vulgares operadores de la nómina. Su rostro es de farsa.
Nacionalmente son populistas, estatalmente son una caricatura. En lo nacional se amparan en el liderazgo de AMLO, en lo estatal en nada. Dependen absolutamente del culto a la personalidad al presidente y de la manipulación de los programas sociales. Sin eso son un tigre de papel. Fomentar el mesianismo, delirios de grandeza, es nocivo. Es una suerte de enajenación y oportunismo.
Hay quienes creen en eso, en los hombres providenciales en detrimento de las instituciones, como también hay quienes se cuelgan del poder independientemente de su orientación ideológica en caso de que exista algo así.
No son de izquierda, son un culto al líder y una especie de secta. AMLO y sus ideas, en caso de ser tales, dan forma a un discurso y una narrativa que reproducen acriticamente sus seguidores. A ellos los llenan de propaganda, mentiras y mitos. Es obscena la forma en que los manipulan con vil demagogia.
Morena es un cascarón de ínfimo nivel intelectual y cultural . Todo lo explican a partir de la visión autoritaria y despótica de AMLO, quien ejerce un poder personal en la tradición de los caudillos latinoamericanos: autocráticos, exaltados y eternos. Es raro que suelten el poder por medio de los votos; los echan violentamente o mueren por enfermedad. Su apego al poder es patológico. Todo lo que hacen es para concentrar y mantenerse en el poder.
Mentir y manipular es lo más sencillo en su vida cotidiana; suelen convertirse en criminales. De sus delirios de grandeza surgen los “elefantes blancos” y el desorden público. Son bastantes primitivos en sus ideas. Ven al mundo en blanco y negro, rechazan a la inteligencia y prefieren sumisión en grado de idolatría. Son todo lo contrario a liderazgos modernos y democráticos. No dialogan, no son tolerantes y hablan sin cesar. Se consideran indispensables. La grandilocuencia es lo suyo.
Un gran error de los morenos es creer que hicieron o están haciendo una revolución; viven una fantasía. Si la realidad no es como piensan, peor para la realidad. El otro gran error es creer que tienen un extraño derecho a ganar las elecciones, basados en sus mitos. Por eso están tan confundidos en Veracruz, donde no estaban acostumbrados a la competencia electoral. Suponían que era un paseo en las nubes; se están desbarrancando espectacularmente. Con un poquito de presión enseñan el cobre y sus debilidades.
La situación de morena en Veracruz es cuestión aparte por patética. Son un grupo frívolo e inepto, corrupto y represor. Tuvieron todos los espacios de poder para intentar algo mejor. Fracasaron. Senadores y diputados de ornato, Cabildos de ornato y gobernantes dedicados a todo menos a gobernar. Desde el ejecutivo y todos los secretarios de despacho se han ganado el primer lugar entre los peores que ha tenido Veracruz. Son ignorantes, soberbios y corruptos. Dan pena y deben irse ya.
Veracruz no merece y no aguanta otra administración morenista. No podríamos avanzar con esos niveles de incompetencia (camionetitas) y de voracidad clasista que han exhibido con sus mansiones. Afortunadamente la oposición reaccionó a presión ciudadana. Ahora tiene una gran responsabilidad de ir por la alternancia para hacer gobierno abierto, incluyente y profesional. Hay esperanza para nuestro sufrido Estado después del actual sexenio perdido.
Recadito: basta ya del saqueo de las policías y tránsitos en Xalapa.