• El encubrimiento a la violencia de género es una estrategia que caracteriza a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), no hay reformas, no hay justicia, sólo simulación.

San Luis, SLP, 2025.- Así arribará un año más al 8 de marzo, con un edificio hipócritamente «blindado» con frases inspiradas de académicas y mujeres ilustres, mientras que en su interior persiste la protección a acosadores y agresores; en sus aulas aún imparten clases docentes con denuncias de acoso y las víctimas siguen encontrando oídos sordos en las instancias «defensoras de derechos».

Bajo la dirección de Urenda Queletzú Navarro Sánchez, hoy al frente de la Oficina de la Abogacía General, la UASLP ha perfeccionado la simulación. Desde su paso por la Defensoría de los Derechos Universitarios, su gestión ha sido más un escudo institucional que una verdadera vía de justicia. Casos como el de una trabajadora víctima de abuso sexual que recibió dinero en lugar de justicia, la parálisis en la resolución de 172 denuncias de acoso, o el escándalo de un doctorado pagado, pero nunca concluido, demuestran un patrón de impunidad institucionalizada.

El mensaje de la universidad es claro: Si las paredes deben ser intervenidas, que sea bajo su control. No denuncias, no demandas de justicia, sólo citas cuidadosamente seleccionadas que desvíen la conversación del presente al pasado. Un discurso que busca apaciguar la indignación, pero que no resuelve los problemas estructurales que afectan a estudiantes y trabajadores.

Mientras las voces de las mujeres potosinas exigen justicia en las calles, la UASLP sigue priorizando su reputación sobre su responsabilidad. Pero la impunidad no se oculta con tablas de madera, y la simulación no detendrá la exigencia de un entorno seguro y libre de violencia para la comunidad universitaria.

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