Por Héctor Guerrero
Propaganda se define como la difusión de información, ideas o rumores deliberadamente diseñados para influir en las opiniones o comportamientos de una audiencia.
Su principal objetivo es promover una agenda específica, generalmente con una connotación política o ideológica.
Según Jowett y O’Donnell, «la propaganda es el intento deliberado y sistemático de dar forma a percepciones, manipular cogniciones y dirigir el comportamiento para lograr una respuesta que promueva la intención deseada del propagandista».
Periodismo, en contraste, se define como la recopilación, verificación, presentación y difusión de noticias e información al público. Su objetivo principal es informar de manera objetiva, equilibrada y precisa, con la finalidad de servir al interés público.
A veces los periodistas también miran a otro lado, para no ver, no querer ver, ni siquiera opinar de ver como el régimen, va intentando desplazar, intimidar y por ende censurar a los periodistas que no le son afines, el régimen solo quiere que le lustren las botas y la espada.
Ese es el periodismo que exige la autodenominada cuarta transformación un periodismo militante o adulador, que le toque la fanfarria por cada exabrupto, un ejército de Lords Moléculas que documenten las proezas del régimen.
La cuarta transformación requiere propagandistas, no periodistas.
En México, la diferencia entre propaganda y periodismo ha sido notable en diversos eventos y periodos históricos, se han perdido vidas ( y se siguen perdiendo) por eso.
Durante los más de 70 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el control de los medios de comunicación fue una herramienta crucial para mantener el poder.
Los medios estatales y afines al gobierno difundían información favorable al régimen y minimizaban o ignoraban las noticias negativas. ¿Se acuerdan?.
Por ejemplo, durante la masacre de Tlatelolco en 1968, los medios controlados por el gobierno minimizaron la magnitud del evento y presentaron a los estudiantes como alborotadores, mientras que los verdaderos detalles de la represión gubernamental fueron censurados. Es un ejemplo choteado y burdo, pero aplica, para los que hoy dicen que todo está” requetebién”, a los que hoy son campeones de tener el sexenio más violento de la historia.
Cuando el gobierno que dijo que iba a rescatar a Pemex, solo lo ha hundido más y no solo eso, sino que ha llevado el negocio del huachicol, a representar la producción que tendría la refinería de “Dos bocas”.
En las elecciones presidenciales de 2012, se acusó al PRI de utilizar la propaganda y la compra de cobertura mediática para influir en la opinión pública. Se denunciaron casos donde los medios de comunicación más influyentes, como Televisa, favorecieron al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, a través de una cobertura desproporcionadamente positiva y la omisión de noticias críticas.
AMLO ha utilizado sus conferencias matutinas diarias, conocidas como «las mañaneras», para criticar abiertamente a periodistas y medios de comunicación que considera adversarios. En repetidas ocasiones, ha señalado a reporteros y publicaciones específicas, acusándolos de «conservadores» y de formar parte de una «prensa fifí», una forma de intimidación y desacreditación, como en los tiempos del echeverrismo.
De igual forma, el régimen cortó recursos destinados a la publicidad gubernamental en medios de comunicación, alegando que en administraciones pasadas se usaba para comprar lealtades y manipular la opinión pública. Así es, ahora todo se va a la jornada, el chapucero y los “moneros”
Lo cierto es que lo hace para castigar a medios críticos, mientras que se favorece a aquellos más afines a su gobierno y los datos ahí están, solo hay que buscar “La Jornada” y “Epigmenio Ibarra”.
La distinción entre propaganda y periodismo es clara, incluso cuando contrastas hechos históricos y contemporáneos.
Mientras que la propaganda ha sido utilizada para manipular y controlar la opinión pública en favor de agendas políticas específicas, el periodismo, a pesar de los riesgos, ha buscado revelar la verdad y proporcionar información objetiva y equilibrada.
Reconocer y valorar el periodismo independiente y crítico es fundamental para fortalecer la democracia y combatir la desinformación en México.
La libertad de prensa es un pilar fundamental de la democracia. Los periodistas deben poder realizar su trabajo sin miedo a represalias ni censura. En México, la administración de AMLO y Morena hostigan y censuran a periodistas, la libertad de expresión en el país se ha vuelto herejía y así como va la cosa, esto va a continuar con la siguiente administración.
Ya se sienten tan dueños de la escena que se atreve el presidente a decirle a la UNAM que ¡no se meta!
Hoy, en este gobierno, José Guadalupe Posada y Francisco Zarco, serían perseguidos.
Tiempo al tiempo.
@hecguerrero