• A medio siglo de su fallecimiento, es reconocida como una de las mejores poetas, novelistas y ensayistas de la literatura mexicana, pero también latinoamericana y mundial

Laura Lucía Romero Mireles    

A cinco décadas de su fallecimiento y casi cien de su nacimiento (25 de mayo de 1925), la UNAM rindió un homenaje a la presencia y escritura de Rosario Castellanos, reconocida como una de las mejores poetas, novelistas y ensayistas de la literatura mexicana, pero también latinoamericana y mundial.

En la Jornada Académica y Cultural por su 50 aniversario luctuoso denominada Rosario Castellanos, un resplandor único, Patricia Dávila Aranda, secretaria general de esta casa de estudios, recordó que la vasta trayectoria de la autora incluye la promoción de la cultura, la docencia, el periodismo y la diplomacia, y “no queda duda de que su obra e historia quedan para la posteridad”.

Castellanos, dijo, fue una mujer universitaria viviendo y luchando ante la adversidad de una época muy difícil. “Ella logró derrumbar las barreras que aún hoy muchas mujeres enfrentan en su cotidianidad. Nos enseña, con una actualidad que duele, pero al mismo tiempo alienta, que para nosotras nada es imposible y todo lo podemos alcanzar”.

Lo que escribía, lo que criticaba esta mujer valiente, provocadora, llegaba a muchas otras. “Algunas encontramos en sus palabras una guía para tratar de conducirnos sin atajos, con decisión, aunque a veces con miedo e incertidumbre, para transitar por el camino de la libertad, luchar y hacer valer las ideas de equidad y justicia que han trascendido dentro y fuera de la Universidad”, destacó la funcionaria.

Su obra es un referente también para las mujeres que han nacido en este siglo; sus escritos, sus pronunciamientos sentaron las bases para consolidar lo que muchas poseen: plenitud y seguridad en sí mismas. Sin embargo, aún vemos las dificultades y adversidad que otras enfrentan cada día en su andar. Duele reconocer que persiste la misoginia, el acoso, la violencia, el desprecio, la discriminación y otros comportamientos inaceptables, y esto nos recuerda que falta mucho por hacer para que todas las mexicanas anhelen y alcancen su plenitud. Rosario Castellanos es tan actual como lo fue hace cinco décadas, concluyó Dávila.

 

Centenario Filosofía y Letras

Mary Frances Rodríguez Van Gort, directora de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), mencionó que esta conmemoración (realizada como parte del XXXI Coloquio Internacional de Estudios de Género) se enmarca en el centenario de la entidad a su cargo, celebración que incluirá diversas actividades, entre ellas un coloquio internacional, inter y transdisciplinar en el que se abordarán temas fundamentales de la sociedad que preocupaban a Castellanos: la migración, la crisis ambiental y la educación.

“Algunos datos que constan en el expediente que tenemos en la Facultad, señalan que Rosario Castellanos Figueroa nació el 25 de mayo de 1925 en Ciudad de México, aunque cursó su educación básica y preparatoria en Comitán, Chiapas. Estudió la carrera de Filosofía en esta Facultad entre 1944 y 1946, y en 1950, a los 25 años, se graduó de la maestría en Filosofía. Luego cursó en la Universidad de Madrid un posgrado en Estética, entre 1950 y 1951”.

Fue profesora titular en la entidad en diversas asignaturas como literatura comparada, novela contemporánea y el seminario de crónica; también fue integrante del Consejo Técnico de la Facultad, y jefa del Departamento de Información y Prensa de la UNAM entre 1960 y 1966. “En la Facultad tenemos un busto que nos la recuerda todos los días. Aquí se le ha rendido homenaje vivo, siempre”.

Gabriel Guerra Castellanos, analista político e hijo de la escritora homenajeada expuso que la Universidad fue siempre el espacio natural, vital de su madre, como alumna, docente y funcionaria. “También fue mi espacio cuando ella venía a dar clase al entonces Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras, donde participó activamente. Estoy profundamente orgulloso de todo lo que ella hizo y de llevar su apellido”.

Sin embargo, recalcó, 50 años después, los grandes temas que narró, describió y denunció siguen vigentes: la exclusión de la mujer, la doble exclusión de la mujer indígena, la triste y marginada condición de los indígenas de México, el centralismo político, académico e intelectual, todo sigue ahí, “y no sé si esto la hace visionaria o a nosotros, como sociedad, lentos de aprendizaje”.

En el encuentro organizado por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), las coordinaciones de Humanidades y Difusión Cultural –mediante las direcciones General de Publicaciones y Fomento Editorial, y de Literatura y Fomento a la Lectura– y la FFyL, refirió que el mejor homenaje que se le puede rendir a un escritor es leerlo, “así que los invito a leer y releer a Rosario Castellanos”.

Narradora sólida

El coordinador de Humanidades, Miguel Armando López Leyva, opinó que esta es una ocasión especial, para hablar en torno al aniversario luctuoso de una mujer que dejó un legado muy importante para nuestro país y para el territorio universal de la literatura.

Con este encuentro nos proponemos contribuir a difundir el legado de una de las narradoras más sólidas de las letras mexicanas, como dijera Eduardo Mejía; sirva este acto como un merecido reconocimiento a una escritora mexicana, universitaria excepcional, constructora del mundo que decidió vivir y del que todavía se sigue escribiendo.

En el Aula Magna de la FFyL, la coordinadora de Difusión Cultural, Rosa Beltrán, mencionó que el encuentro es un homenaje a una de las más grandes autoras mexicanas y universales, una personalidad sorprendente que sin importar lo que estuviera viviendo, nunca dejó de escribir.

Fue viajera por todos los géneros, teatro, poesía, narrativa, novela, cuento. En la Facultad, todos querían estar en su clase. Erudita, brillante, con un sentido del humor extraordinario, además daba conocimientos actuales; ella inauguró las clases de literatura comparada.

“Debe haber otro modo de ser mujer; debe haber otro modo de ser humano y libre”; esa frase de Rosario nos la seguimos repitiendo y seguimos buscando esas estrategias. Se ha reconocido que después de Sor Juana, Castellanos es la escritora “con mayúsculas”, finalizó.

Marisa Belausteguigoitia, directora del CIEG, explicó que en todos los formatos de esta jornada y coloquio, presentaciones de libro, conferencias, conversatorios, lectura poética, “buscamos delinear a Rosario Castellanos como una persona compleja, llena de contradicciones y de múltiples voces, una de ellas estructural, la de su imaginación, pero no cualquiera, aquella que la capacita para fabular, anticipar y ofrecer a las mujeres, para su apropiación y uso, una conciencia para habitarla”.

Desde la imaginación irónica propone a las mujeres un lugar para sí: frente a la omisión, un signo; frente a la insignificancia, una palabra; frente al silencio, una gramática. La escritora invita a la imaginación de una conciencia y con ello diseña un lugar no sólo en la familia, el trabajo o la sociedad, sino en la gramática y el discurso, en la palabra.

Metáfora del fuego

En la conferencia Aquí arder, aquí hablar, Sara Uribe, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Rosario Castellanos de Literatura y Géneros de la UNAM, expresó que en la poética de la autora, la metáfora del fuego emerge inicialmente vinculada al yo. De igual modo, en versos sucesivos aparece concatenada de manera intrínseca al lenguaje: “Esa que soy y que arde está aquí para decir, para nombrar y nombrarse”.

En esta breve y contundente declaración se trasluce, además la reiterada enunciación que la escritora formuló de múltiples modos a lo largo de toda su obra acerca de la naturaleza efímera, finita y dialéctica de nuestra condición humana. “Ser es arder, arder es hablar, por tanto, el lenguaje, las palabras son aquello que nos ofrece la posibilidad de perdurar mientras lo que somos se consume”, concluyó.

FUENTE: UNAM

Foto: Ricardo Salazar Ahumada, Archivo Histórico de la UNAM, IISUE.

 

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