- Roberto Eibenschutz estimó que dejarla solo a los técnicos y planificadores es una falacia; debe participar también la población
La humanidad ha adquirido conocimientos para sobrevivir en las condiciones más adversas a lo largo del tiempo; sin embargo, ante una competencia frenética por conseguir las mejores condiciones de vida acumulando bienes materiales, ha provocado desequilibrio con la naturaleza y grandes conflictos sociales que ponen en riesgo la convivencia urbana.
Lo anterior, de acuerdo con el profesor del posgrado en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, y profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Roberto Eibenschutz, quien agregó:
Para enfrentar estas vulnerabilidades, el único camino es la planeación del territorio; el planeamiento es un instrumento que distingue a la especie humana de otros animales, esa capacidad de imaginar el futuro y que le permite actuar antes de que los hechos sucedan.
Adelantarse al futuro es su finalidad, a pesar de que es impredecible. Es un proceso complejo que tiene que ver con elementos esenciales como el tiempo; está lejos de la idea de que solo es elaborar documentos que no sirven para nada, ya que intervienen diversos actores e implica análisis, estudio, investigación, información, toma de decisiones y la acción sobre el territorio.
Durante la conferencia virtual, como parte de las jornadas de trabajo colaborativo entre el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, de la UNAM, y el Colegio de San Luis, aseveró:
La planificación es un tema político porque implica el interés público de la sociedad; las acciones y decisiones que se toman en el territorio afectan a la población.
Sistema complejo
Para hablar de un proceso de planeación urbana que enfrente las vulnerabilidades (naturales y las causadas por el hombre), que son cada vez mayores conforme aumenta la concentración de población, debemos reconocer que se trata, ante todo, de un pacto social a través de la construcción de consensos.
No existe ningún plan en el mundo que genere beneficios para todos sin efecto o impacto negativo, pero se debe buscar que esos aprovechamientos sean para la mayoría de la población y los costos que absorban las minorías puedan ser compensados, destacó Roberto Eibenschutz.
El especialista impulsor de la planeación urbana en el país, y formador de varias generaciones de planificadores, dijo que las ciudades y el territorio forman parte de un sistema complejo que tiene dimensiones simultáneas, y la planeación debe enfocarse en buscar la relación entre los distintos enfoques.
Además, debe ser un ejercicio transparente. “La sociedad debe estar enterada en qué consiste este plan, participar activamente y aportar sus puntos de vista, no solo opinar en una consulta, si no asumir responsabilidades y ser parte de las decisiones”. Para ello es necesario información institucional, y mecanismos de comunicación y capacitación.
Los planes que se han elaborado tienen bases teóricas, análisis de información, consulta de censos y se piensa que con eso es suficiente para definir cómo debe vivir la gente en el fututo, sin conciliar los distintos intereses y establecer un común denominador posible.
Dejar la planeación de las ciudades a solo los técnicos y planificadores es una falacia, porque la población debe estar capacitada y participar en este proceso, es la única forma en la que podemos construir y acercarnos a un futuro deseable, enfatizó.
Se requiere la elaboración de instrumentos que permitan operar lo que queremos hacia el futuro: jurídicos; financieros; fiscales; de programación y participación social que, a lo largo del proceso, garanticen que el plan sigue siendo vigente y se lleva a la práctica.
Un aspecto fundamental de la planeación de las urbes es desarrollar evaluaciones sistemáticas y permanentes que, conforme se toman decisiones y se actúa en el territorio, permitan medir las acciones y proyectos.
Además, analizar el territorio actual, lo que ha pasado históricamente, conocer cómo han evolucionado las variables para, a partir de ahí, proyectar y construir distintos escenarios; compararlos y examinarlos con el objetivo de definir el deseable después de un consenso social.
No hay una persona, un solo grupo que tenga las atribuciones ni las capacidades para definir ese futuro con precisión. Podemos ponernos de acuerdo y eso es un acto político, construir un consenso que nos aproxime a esa visión de futuro, y ser conscientes de que debemos mantenernos actualizados y flexibles para ajustar las decisiones que se toman ante las condiciones que se han planteado.
Esta visión es para saber a dónde nos dirigimos y cuánto nos estamos acercando para colocar más lejos esa prospectiva; ese proceso permanente y continuo es lo que llamamos planeación.
FUENTE: UNAM