Ciudad de México, 6 agosto 2024.- La clavadista olímpica mexicana Ale Orozco se reirá. Después de su última actuación en París donde queda en la 8ª posición en plataforma individual de 10 metros. La pagina oficial de París 2024, le dedica una entrevista a la mexicana.

En los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 era voluntaria. Un año después, en Londres 2012, ya estaba ganando la primera de sus dos medallas olímpicas en clavados: plata en 2012 y bronce en Tokio 2020.

La leyenda de Alejandra Orozco se construyó muy pronto y estuvo cerca de derrumbarse en varias ocasiones, pero la clavadista mexicana no solo sabe lanzarse a la alberca: en la vida, también sabe hacer el recorrido contrario, salir y alzarse de nuevo.

Su carrera ha estado marcada por éxitos, pero también por decepciones: «Duré muchos años en la línea de la duda y la baja autoestima», decía Orozco para Olympics.com en una entrevista previa a los Juegos Olímpicos de París 2024.

En ellos, Orozco decidió retirarse. Y entonces sí, poner el final de la ‘Ale clavadista’, abrir el camino a leyenda del deporte y, sobre todo, a una Ale más allá de la alberca.

Su retiro se marcó con el fin de la final individual de la competencia de plataforma de 10 metros este 6 de agosto en el Centro Acuático, donde finalizó en 8ª plaza. Días antes logró la quinta posición en sincronizados, junto a Gaby Agúndez.

A pesar de no poder despedirse de su deporte con una medalla olímpica más en su palmarés, Orozco dijo adiós «con las manos llenas».

«Creo que fue un día de muchas emociones desde que me levanté. Fue pensar que era el último día después de 20 años que he dedicado todo a los clavados, que mi vida ha girado en torno a estos momentos: los Juegos Olímpicos me han levantado cuatro años seguidos motivándome cada día. Aquí es donde quiero estar y aquí es donde quiero representar y me quiero subir a esa plataforma. Y lo logré en cuatro ciclos olímpicos», empezó a expresar Orozco para Olympics.com tras la competencia en París 2024.

«Por supuesto que siempre pensamos en los metales y nos esforzamos por eso, para llevarnos las manos llenas, pero yo ahora, aunque no es material, me voy con las manos llenas. Me voy con muchísimo cariño, apoyo, con mucha resiliencia. Superamos muchísimo este ciclo, salimos adelante, vivimos adversidades, no tiré la toalla. Todo un equipo estuvo conmigo respaldándome, independientemente de las dificultades que vivimos. Y eso me emociona y me da mucho orgullo. Me siento orgullosa de todo lo que hemos hecho. Creo que todos esos pensamientos estaban en el momento de entrar a la competencia y luego quería concentrarme nuevamente en mis clavados, pero bueno, al menos ya es una Ale que dimensiona dónde está, a diferencia de hace cuatro ciclos, que era una niña y pues ahora lo vivió, lo sintió, lo disfrutó y lo dio todo hasta el final», completó Orozco.

Precisamente desde el lugar de una clavadista que dimensiona, Ale pensó en aquella niña que con solo 15 años ya se subió a un podio olímpico.

«[Ahora] Le diría que qué bueno que entró a este deporte, que vio por primera vez los clavados. También le diría que fue valiente. Creo que empieza siendo valiente, siendo comprometida, disciplinada y eso es la base que te lleva hasta hoy. Entonces [le diría] que fue feliz, que también a lo mejor fue un poco terca [ríe], pero que eso la llevó también a donde está».

Pero, si le viera la ‘Ale de chiquita’, ¿qué le diría tras el retiro?

Alejandra Orozco, con la alberca en los ojos pero sin soltarse a llorar [«Hoy no», decía], se puso en el lugar de aquella niña.

«No se creería hasta dónde hemos llegado. Creo que está orgullosa de mí, de todo lo que hemos superado, de no habernos rendido, de haber aprendido en el camino, un camino que fue al revés, que no fue fácil, que tuvimos que conocernos internamente también para entender lo que estaba viviendo una niña, luego una adolescente y ahora una adulta… Muchos años de subidas y bajadas, de muy buenas competencias y otras no tanto, y saber hacer un análisis y regresar a la plataforma más fuerte. Creo que está feliz, está orgullosa e insisto, no se imagina hasta dónde llegamos», sentenció Orozco, aquella niña que a través de los clavados se abrazó a sí misma.

Aquella niña que fue voluntaria y que, cuatro Juegos Olímpicos después, se retira con las manos llenas.

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