Por Aurelio Contreras Moreno
Mientras la opinión pública nacional se ocupaba de la marcha de la “marea rosa” en distintas ciudades del país y del tercer debate de las y el aspirante a la Presidencia de la República, México vivía el día más violento en lo que va de este año.
De acuerdo con las cifras del reporte diario de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), este domingo se registraron 104 homicidios dolosos en todo el país, convirtiéndose en la jornada más sangrienta de lo que va de 2024 hasta su quinto mes.
Otro dato destacable es que en 20 de los 32 estados del país se reportó al menos un homicidio, y en cinco de concentró el mayor número de asesinatos: encabezaron el Estado de México y Guanajuato con 15 ejecuciones, les siguieron Jalisco y Michoacán con diez, Baja California con seis y Veracruz –donde el gobierno estatal morenista estaba ocupado boicoteando mítines y hostigando opositores- con cuatro.
Las cifras de la violencia en México son verdaderamente escandalosas. En total, en el primer cuatrimestre del año se contabilizaron 14 mil 134 homicidios en todo el territorio nacional, de los cuales ocho mil 318 fueron dolosos y cinco mil 816 culposos, según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). O sea, del propio gobierno federal, a partir de lo que le reportan las fiscalías de los 32 estados de la República.
Junto con la violencia común que se ha vuelto parte de la cotidianidad, del paisaje de sangre del país, emerge en época electoral la violencia política, la que está asociada con los procesos de elección de autoridades y representantes populares, y que puede ser tanto y hasta más salvaje que la que tiene fines económicos.
La organización Causa en Común presentó este lunes los resultados de un monitoreo realizado en el último año, entre junio de 2023 y el 16 de mayo de 2024, en el que contabilizó los homicidios asociados con el proceso electoral que culminará con los comicios dentro de menos de dos semanas.
Según este trabajo, 44 actores políticos han sido asesinados durante el actual proceso electoral, entre los cuales 31 eran aspirantes o candidatos a puestos de representación popular, y los 13 restantes correspondieron a funcionarios públicos activos, dirigentes y colaboradores partidistas.
El estado con el mayor número de asesinatos políticos es Guerrero, con nueve; le siguen Michoacán con seis y Chiapas con cinco. Guanajuato, Jalisco y Veracruz con tres; Estado de México, Puebla, Zacatecas, Oaxaca y Sinaloa con dos; y con uno, Colima, Morelos, Tamaulipas, Quintana Roo y la Ciudad de México.
Es una violencia, además, que si bien no distingue colores, se ha cebado en los militantes del oficialismo: 17 de los actores políticos ultimados eran de Morena, siete de Acción Nacional, cinco del PRI, cuatro del PRD y del PV (partido local de Jalisco), tres de Movimiento Ciudadano, dos más de otros partidos locales y uno de Encuentro Social.
Cabe destacar que el número de actores políticos asesinados durante el actual proceso electoral –contabilizado desde junio del año pasado por las ilegales campañas adelantadas- ya es el mayor del sexenio: en el proceso de 2018 se registraron 24 asesinatos políticos, y en los comicios intermedios de 2021 –de los más violentos de la historia hasta ese momento- hubo 30. A menos de dos semanas de que concluya el proceso 2023-2024, ya van 44, más lo que se acumule.
Esta espiral violentísima explica el dantesco horror que enmarca a todo este sexenio: más de 186 mil personas asesinadas. El mayor número de cualquier otro periodo de la historia nacional en el que no existiese un conflicto armado. ¿Con qué cara se puede afirmar que la estrategia actual –militarización del país, mientras se deja hacer y deshacer a los criminales con “abrazos, no balazos”- está dando “resultados”?
SUEGRAZA DE MI VIDAZA
Los que juran combatir prácticas deleznables como el tráfico de influencias, el abuso de poder y el nepotismo, salieron más voraces, más cochinos y más trompudos.
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