- Estalla la primavera en San Luis Potosí con el azul violáceo de las jacarandas y la fluorescencia del mezquite
San Luis, SLP, 26 marzo 2025.- Si algo define a la primavera es la explosión de colores y olores que con su llegada inundan a la naturaleza. Es el renacimiento no sólo de las diversas tonalidades esmeraldas del follaje, también del estallido iridiscente de las flores que llenan de olores el paisaje.
Es en esta época del año que la cantera rosa y el azul violaceo de las jacarandas se conjugan en los jardines, plazas y avenidas de San Luis Potosí, creando paisajes que resultan una mejor evidencia de la existencia de lo divino, que cualquier argumento proferido desde el púlpito.
Dicen que la lluvia y la cantera potosina son la mejor pareja, pero si es verdad que el número tres significa la perfección, habría que añadir entonces a la jacaranda en esa relación. Que rara vez coincidan lluvia, cantera y flor de jacaranda no hace más que comprobar que la excelsitud es tarea imposible en este mundo.
A falta de precipitaciones pluviales, al desprenderse de sus ramas las flores cuneiformes de la jacaranda caen cual lluvia para decorar el adoquín, el asfalto o la triste tierra que como sea agradecen ese toque de color. Dicen que Dios no se equivoca, pero si a esa flor en forma de campana le hubiera añadido un pequeño badajo que tintineara en el aire hasta su encuentro con el piso hubiera obtenido más puntos a su grandeza.
Oriundo de climas semitropicales, la jacaranda ha logrado arraigarse en otras latitudes a donde ha sido llevado no sólo por su belleza, también porque es un árbol de buena madera, muy usado en ebanistería y carpintería; sus hojas tienen uso medicinal, como antiséptico y antibacteriano y su corteza es astringente.
En San Luis Potosí somos afortunados. En esta época del año no sólo nos embelesamos con el estallido violáceo de la flor de la jacaranda adornando árboles y adoquines, también podemos disfrutar del esplendoroso resurgimiento de los mezquites.
Este modesto árbol renueva en primavera su perene follaje con un verdor casi fluorescente, el cual va menguando con el paso de los meses. Da gusto verlos contrastando en el fondo del árido horizonte, erguidos, esperando y aguantando el duro estiaje, seguros que la vida, -sin importar lo que pase-, siempre se abrirá paso. En fin, la primavera.