Martín Quitano Martínez

 

 La generación que destruye el medio ambiente

 no es la generación que paga el precio.

Ese es el problema.

Wangari Maathai, 

 

 

Ha pasado el dos de junio, dejando muestras de molestias por sus discutibles resultados en función de una cancha claramente dispareja, del evidente manoseo, con el reporte oficial de una baja participación mientras que para los ciudadanos votantes se atestiguaron urnas llenas y largas colas por horas que retrasaron el cierre de las votaciones en la mayor parte de las casillas, lo que suponía un retraso en el registro de datos para el PREP. No obstante, a temprana hora hubo declaraciones de triunfo, cuando los datos reales se estaban por empezar a procesar en conteos que supusieron un tiempo muy importante.

Los triunfalistas datos resultantes del dos de junio, creados desde el oficialismo con operaciones de estado, con presiones y justificaciones narrativas para explicar la aplastante diferencia entre primero y segundo lugar. Números que al paso de las horas y unos días empiezan a mostrar sus fragilidades, con festejos sacados de las más retrogradas historias electorales de nuestro país, presentes en la revolución de las conciencias.

Por salud democrática, por salud de nuestra entidad y de la república, por respeto a las y los ciudadanos la elección se debe de limpiar más allá de los resultados finales. La vocación democrática y participación de los ciudadanos merecen tener certezas de que el proceso puede abrirse y aclarar a las representaciones electas.

Mientras el debate político y electoral empieza a tomar forma después del shock de la oposición partidaria, de la ciudadanía e incluso de los afines que no esperaban esas cantidades, nuestra entidad veracruzana vive una crisis superior a la electoral, una crisis de supervivencia.

El desarrollo de más de 17 incendios en estos momentos configura un reto institucional que está lejos de ser suficientemente atendido, al parecer lejos también de ser cabalmente entendido. Ojalá que se estuviera enfrentando con la fuerza y con todo el poder gubernamental que se enfrentaron las campañas y las elecciones.

La capacidad gubernamental está a prueba de desempeño, de eficacia, de voluntad y sensibilidad para la atención de un desastre natural y humanitario de esa dimensión. La omisión de responsabilidades y ayuda, la ausencia de respuesta gubernamental del tamaño requerido, ha puesto en jaque para gestionar oportuna y eficientemente la atención de estos incendios que matan vida, que persigue en pesadillas mayores el comienzo de tiempos trágicos que son mirados lejanos por la inexistencia de políticas públicas en todos los niveles de gobierno para salvaguardar nuestras riquezas naturales.

He aquí un ejemplo de la incapacidad, del abandono para enfrentar un desastre como los incendios. Por ello, los directamente afectados, desesperados, han decidido realizar bloqueos viales, protestas, porque además de su vida, su entorno, su hábitat, también está en juego el agua de la capital veracruzana. A los quejosos que obstruyen calles, en lugar de ayuda les echaron a los granaderos. Balazos en lugar de abrazos.

No ha quedado bien claro para muchos, que tener un cargo público no es solo estar pensando cómo mantenerse en el poder, La vida diaria, no es ufanarse de los apoyos creados para formar clientelas que les voten cuando se llegan los tiempos, la vida cotidiana de los gobiernos es la forja de administraciones eficientes, que definan, con las representaciones políticas de las cuales surgen, que y cómo se mejorará la vida pública, cómo se atacarán los problemas de los ciudadanos. Que no sólo es como se entrega el dinero para la sociedad que extiende la mano y conforme se mira el ombligo.

Si los incendios son ahora el problema, los es aún mayor la sequía y con ello la escasez de agua, la sed y todo es un circulo vicioso que, insisto, fue relegado, puesto en planos lejanos de las prioridades gubernamentales. Obligaciones que debieron atenderse y no sucedió como muchas otras cosas más. El centro de Veracruz colapsa hoy colapsa por los incendios y la falta de agua que ya anuncia conflictos sociales, manifestaciones de inconformidad y acaso lo más terrible, la puesta de un nuevo ladrillo en el muro de la polarización, de la confrontación, solo que ahora ya no será por votos, sino por la sobrevivencia.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

La oposición sin autocritica, igual que el oficialismo.  

 

mquim1962@hotmail.com

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