Hugo Lazcano                                     

Agencia Reforma

 

Ciudad de México 3 octubre 2024.- Casi exactamente 23 años después, Eric Clapton se plantó, la noche de este jueves, en el mismo lugar (antes llamado Foro Sol, ahora Estadio GNP Seguros) y, como aquel 2001, recetó ramos de blueses y abrasivos riffs de su Fender Stratocaster que enamoraron a todos sus devotos y maduros fans.

 

 Puntual como buen inglés, a la hora consignada en el ticket (21:00), la estrella con ventas de más de 100 millones de álbumes, parco y bien abrigado -por si las moscas- hizo saltar de las butacas a miles desde su arranque, con «Sunshine of Your Love».

 

 «Slowhand», como le llama su clan, apenas soltó un «muchas gracias» tras la tercera canción («Hoochie Coochie Man»).

 

 Eso que para otros es apatía, para los fans de Clapton es estilo.

 

Con 79 años a cuestas, el músico ganador de 18 Grammy está en forma, voz de negro al puro aire de New Orleans, cantando desde la entraña, catedrático de las cuerdas que emociona con su mesura escénica.

 

También hay relajamiento en área de cancha y gradas gracias al whisky, ron y cerveza con el que calientan muchos la garganta.

 

Como se dice coloquialmente, con el maestro Clapton «la cosa es calmada y sostenida».

 

Los temas se suceden uno tras otro, con tono y tiempo: «Badge», «Nobody Knows You When You’re Down and Out», «Running on Faith».

 

Entonces suenan los primeros acordes de «Tears in Heaven» y de lo tranqui se pasa a lo sublime. Gente llora y canta.

 

 Y los macizos escuchas de Clapton paladean sus acordes, saborean el lenguaje agudo de su guitarra con el teléfono en la bolsa.

 

 Los menos captan imágenes con el celular. Es algo generacional, y el «journeyman» lo sabe, por eso no hay aspavientos ni palabras de por medio tras otros «gracias».

 

 El frío arrecia y echa mano de unos guantes, y, valga la redundancia, «le echa guante» a unos solos estremecedores que arrancaron alaridos.

 

 El espectáculo lo acaparan a tope sus armonías y el acompañamiento de los tecladistas Tim Carmon y Chris Stainton, el bajista Nathan East, el guitarrista Doyle Bramhall II, el baterista Sonny Emory y las coristas Katie Kissoon y Sharon White.

 

Blues en su estado puro y rock de cepa saturan la atmósfera.

 

 Dos pantallas gigantes dan cuenta del quehacer del guitarrista, a quien Tláloc perdonó en su segunda visita, en una semana acuosa y gélida.

 

 Agradable noche enmarcó la celebración de 60 años de carrera y el lanzamiento, este viernes, de su nuevo álbum: Meanwhile.

 

 Pico memorable de ánimo se dio con «Cocaine», himno de generaciones.

 

 No hay quien no cante, inusual en un show de estas dimensiones.

 

 Según Ocesa, 33 mil asistentes veneraron al gran Clapton, al «Dios Clapton», como le gritaron.

 

 La declaratoria política la hizo sin una palabra en el encore, con «Before You Accuse Me», tocando una guitarra decorada con la bandera de Palestina.

 

 Son 3 mil más que aquel octubre de 2001, en el que el entonces rockstar se dio el lujo de salir a tocar en bermuda y alpargatas.

 

 El mundo ha cambiado y Clapton pareciera que no, pero eso no importó a sus incondicionales porque tocó igual que hace 23 años.

 

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