• Se practica desde el inicio de la humanidad por razones individuales y grupales, explicó Álvaro López López

Ciudad Universitaria, CDMX, 16 diciembre 2024.- En el mundo existe un tipo de actividad que resulta controversial: el turismo oscuro, que nos ilustra sobre aquellos “puntos negros” de la historia de la humanidad, para no repetirlos, “aunque en realidad es toda forma de aproximación con la muerte, tanto real como representada”, señaló el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Álvaro López López.

Dentro de las principales atracciones ligadas se encuentran los campos de concentración, memoriales, prisiones, cementerios, desastres y lo macabro, atracciones que responden a la necesidad del viajero contemporáneo de vivir experiencias únicas, impactantes y, quizá, extremas.

El investigador universitario, miembro de la Academia de Geografía de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, precisó en entrevista que existen turistas con múltiples intenciones, una de ellas está relacionada, de manera indirecta, con el deseo de ir a algún sitio ligado con la muerte y situaciones próximas como riesgos, peligros y lo macabro.

El turismo oscuro no es nuevo porque se supone que se practica desde el inicio de la humanidad por razones individuales y grupales; lo impulsan el deseo de conocer lo excitante, lo prohibido o el morbo; todas y todos hemos sido turistas oscuros sin proponérnoslo, puntualizó el también especialista en Geografía del Turismo.

Por ejemplo, sucede al asistir los cementerios como el de la Recoleta en Buenos Aires, donde fue sepultada Evita Perón; o la Rotonda de las Personas Ilustres dentro del Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México, lugar de descanso de militares, científicos y personajes de la vida cívica y cultural del país.

Asimismo, los campos de concentración en Auschwitz, Polonia, donde realmente se dio muerte de manera cruel a miles de individuos, ahora es uno de los sitios oscuros más concurridos del mundo. Pero cuando se viaja a Miami, Florida, se acude al memorial por los judíos fallecidos, pues aunque ahí no murieron, mediante un monumento se representa a la muerte, abundó López López.

En México, a lo largo del año, pero sobre todo durante la celebración del Día de Muertos, las personas locales acuden a los cementerios a depositar flores y a rezar a sus familiares, por lo que tienen una conexión directa con el hecho de la muerte, pero cuando los turistas acuden a presenciar este ritual se genera un fenómeno de turismo oscuro, que se ha convertido en un hito turístico en nuestra nación.

El universitario, quien encabezó el proyecto Turismo oscuro en México: un enfoque interdisciplinario desde las ciencias sociales, financiado por el Conahcyt, mencionó que también se encuentran los cementerios considerados del narcotráfico como Jardines del Humaya, en Culiacán, Sinaloa. El atractivo son las lujosas tumbas y mausoleos monumentales, algunos con un diseño colonial y otros modernistas.

Más adelante, Álvaro López expuso que lo macabro está asociado con lugares aparentemente embrujados o las casas de los sustos en parques de diversiones, en donde se exhibe a la muerte u otras situaciones espeluznantes que resultan, al mismo tiempo, atractivas para algunas y algunos turistas que acuden a tropel.

El turismo oscuro ha sido abordado en la academia a partir de una gama de grises. De ahí podríamos pasar del tono más claro, como el subirse a un parapente en donde las probabilidades de que pudiera ocurrir un accidente son latentes, aunque reducidas, hasta lo más oscuro como la zona de desastre de Chernóbil en donde la radiación aún persiste.

Mencionó que para algunos autores como Philip Stone, Richard Sharpley o Dorina Buda, los turistas son motivados a acercarse a ámbitos oscuros por tener proximidad con aquello que en nuestra sociedad contemporánea “sanitizada” nos resulta cotidianamente ajeno.

Mientras que para otros académicos como Daniel Hiernaux o Maximiliano Korstanje la aproximación a sitios en donde se vive dolor y la pobreza se hace porque de alguna manera refuerza nuestra posibilidad de vivir en condiciones económicas superiores y que nos permiten viajar, al tiempo que ratifica nuestra posición social, tal como ocurre con el slum tourism.

Ejemplo de ello son las visitas a sitios como las llamadas favelas, en Brasil, o los townships, en Sudáfrica, donde se confinó a la población negra durante el apartheid y que ahora vive en hacinamiento. En ambos casos se trata de zonas pobres donde viven numerosas poblaciones.

Por otra parte, un tipo de turismo oscuro extremo sería que una persona desahuciada compre un paquete turístico para viajar a Suiza acompañada por una organización humanitaria, a fin de que le practiquen la eutanasia, lo que se conoce como el “viaje de no retorno, viajar para morir” y aunque esto le permitiría fallecer con dignidad, en numerosas naciones está prohibida, enfatizó López López.

Fuente: UNAM

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