Daniel de la Fuente                              

Agencia Reforma

Monterrey, NL 23 marzo 2024.- De no ser por declaraciones recientes del Gobierno federal que más bien parecen distractores, el asesinato del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de México estaría en el franco olvido.

 

 A tres décadas de aquel magnicidio que cimbró a la sociedad y que fue uno de los momentos más cruciales de aquel año incierto, 1994, se hace una recapitulación de algunos de los libros que vale la pena leer en torno a aquel magnicidio que, para muchos, sigue impune pese a haber un asesino confeso y sentenciado, Mario Aburto, en lucha hoy por su libertad.

 

 Acaso quien conectó el primer imparable en lo que se refiere a libros sobre el caso fue el sinaloense Élmer Mendoza con su primera novela Un asesino solitario, publicada en 1999 en Tusquets.

 

 Lejos todavía de ser considerado un decano de la literatura policiaca, Mendoza publicó esta novela inspirada en la tragedia de Colosio, en la que se le encarga a un sicario un atentado previo al definitivo.

 

 La trama narra el camino de Yorch Macías «El Europeo», un hombre frustrado por no tener consigo a la esposa de su amigo, habituado a comer galletas pancrema con coca y que al final se ve envuelto en un torbellino de traiciones y conspiraciones, en el que también se encuentran involucrados narcotraficantes, políticos y policías judiciales.

 

 – Ubicas la historia en el contexto de un primer atentado, se le comentó entonces.

 

 «Es puramente ficción», dijo. «Sitúo los hechos unas horas antes de la muerte del candidato, lo que me permite tejer la historia que da lugar a la creencia de que, en efecto, hubo un primer atentado, e incluso los mismos reporteros se han encargado de ponerme al tanto de similitudes en mi novela y datos que ignoraba por completo respecto a Colosio.

 

 «Durante los tres años de la elaboración de mi novela tuve por salud que alejarme de los medios, porque me podía pasar lo que a otros escritores, que hacen su obra sobre datos ciertos y terminan trabados».

 

 Aunque ha publicado numerosas novelas a partir de Un asesino solitario, Mendoza no ha podido desprenderse de este suceso que, decía, es difícil no verlo como un complot fríamente calculado: sombras que debieron estar y no estuvieron, escalones que fueron retirados a última hora, un sol resplandeciente a las siete y cacho de la noche que debió ser evitado mediante mantas que nunca cubrieron el evento. La leyenda del complot.

 

EL ASESINO SOLITARIO

 En 1997, Jesús Blancornelas, Héctor Javier González Delgado, Adela Navarro Bello y Francisco Javier Ortiz Franco publicaron El tiempo pasa. De Lomas Taurinas a Los Pinos, donde los editores del semanario Zeta, de Tijuana, cuentan los hechos tal como sucedieron y sostienen la tesis de que Aburto fue el autor de los dos disparos.

 

 Ahí, los periodistas comprueban la responsabilidad única del asesino, además de reflexionar sobre los «autores» mencionados por algunos medios de comunicación, todos sin beneficio a final de cuentas: el priismo de la vieja guardia, los hermanos Salinas, el narco, la oposición.

 

 «Hay dos fases de los medios», decía Blancornelas. «Los que contribuyeron a la desinformación cuando hablaron del complot, de que le dieron tres balazos a Colosio, de que tocaron la pieza de ‘La Culebra’, de que el hombre de lentes, de que el clavadista… y ya todo mundo nos olvidamos de eso.

 

 «La otra fase es de una prensa seria que fue adelante de las investigaciones de la PGR y demostró que ésta no tenía capacidad de investigación y que los periodistas -unos del DF, otros de Baja California y otros de otras partes- tenían mucha más capacidad de investigación que la propia policía».

 

 Una década después del crimen, Héctor Aguilar Camín publicó La tragedia de Colosio, una novela sin ficción basada en la relatoría del cuarto subprocurador del caso, Luis Raúl González Pérez, titulado «Informe de la Investigación del Homicidio del Licenciado Luis Donaldo Colosio» (México, PGR-Quimera Editores, 2000).

 

 «Hallé un coro de voces extraordinariamente elocuentes y sorpresivas sobre la pugna, sobre el forcejeo en la cúpula del poder en México durante la época en que Colosio era candidato del PRI y Camacho Solís Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas», dijo entonces el autor de Morir en el Golfo.

 

 «Esta novela es la historia que arranca con el destape de Colosio y termina en la muerte de su viuda, Diana Laura Riojas. No es un trabajo periodístico, sino una novela coral sobre la tragedia de Colosio y cómo los personajes se van describiendo, los distintos momentos de ese caminar inexorable hacia un desenlace trágico».

 

 – ¿Comparte la tesis de que Aburto actuó solo?, se le preguntó en esa ocasión.

 

 «Hasta allí llega el fiscal. Hace una gran averiguación sobre sospechosos y cómplices y no logra atar algún cabo que incrimine a alguien como autor intelectual. Pero, ojo: el fiscal González Pérez no concluye que Aburto actuó solo. El fiscal dice que no pudo llegar más allá, pero no cierra el caso, porque afirma que puede haber todavía revelaciones, nuevas pruebas.

 

 «Yo me quedo hasta allí, aunque me parece inverosímil, como a la gran mayoría de los mexicanos, lo del asesino solitario. No he encontrado, sin embargo, ningún vínculo en averiguaciones anteriores que relacione a otras personas con Aburto».

 

 A 30 años de aquella tragedia que sacudió al País, nada ha cambiado. Tampoco han aparecido reportes, libros nuevos, investigaciones. Será acaso que lo publicado es todo lo que hay por saberse. Y no hay más.

 

 Mendoza, autor de Un asesino solitario, respondía así en 1999 a la pregunta de si un día el magnicidio culminaría en la versión que siempre se ha creído: en la de la acción concertada. Fue profético:

 

 «Esto es una paradoja», comentó, «porque si en dado caso la verdad llega un día estoy seguro que no la vamos a creer y, lo más interesante: el mito tendrá que continuar, porque no habrá elementos suficientes para una población que ha construido su verdad sobre mitos y leyendas».

 

 

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