Erika P. Bucio

Agencia Reforma

 

Ciudad de México 4 junio 2024.- A Sol Henaro le gusta pensar, no sin cierto humor, en el Museo Universitario del Chopo como un «centro social travestido de museo».

 

 Heredó de José Luis Paredes «Pacho», su director durante 12 años, un recinto que puso en su eje la idea del barrio, en particular Santa María la Ribera, donde se localiza.

 

 Y la historiadora del arte lo refrenda al interesarse en las comunidades que lo circundan.

 

 «Me toca escuchar a las nuevas generaciones y los nuevos apetitos. No me puedo estancar como museo porque eso sí lo mata», dice en entrevista en la cafetería del recinto, por ahora vacía y sin servicio.

 

 Suscribe en eso la visión política sobre los museos de Manuel Borja-Villel, quien fuera director del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, desde una «agencia comprometida y participativa dentro de la esfera pública».

 

 «(Un museo) no es una caja fija que alberga un programa y una colección, sino que debería de estar permanentemente abierto a replantearse y escuchar cuáles son los apetitos de las nuevas comunidades circundantes», ataja Henaro.

 

 Del edificio art nouveau enclavado en la Santa María la Ribera salió a la calle el Tianguis Cultural del Chopo, y acogió la Semana Cultural Lésbico Gay, ahora Festival Internacional de la Diversidad Sexual, que sucede cada junio.

 

 Es innegable su vínculo con las artes vivas experimentales y musicales, al interior del Foro del Dinosaurio los talleres libres son «venas activas todo el año».

 

 «(El Museo del Chopo) tiene todo lo que normalmente tiene un centro cultural o un centro social. A mí me interesa mucho revitalizar esa dimensión», recalca.

 

 Henaro reivindica la idea centro social o centro cívico que en los años 90 era demeritada porque el modelo reinante entonces era el del museo formal.

 

 Su primera acción al llegar al Chopo como directora en enero pasado fue visitar con su equipo instituciones vecinas: como el Museo Nacional de la Revolución y la Faro (Fábrica de Artes y Oficios) Cosmos.

 

 Su llegada al recinto significa para Henaro un cambio radical de geografía después de casi 14 años vinculada al Museo Universitario Arte Contemporáneo, al sur de la Ciudad de México, primero como curadora de la colección y luego a cargo del Acervo Documental y del Centro de Documentación Arkheia.

 

 Como una de sus primeras acciones ha instaurado la figura de curador en jefe, cargo que asumirá a fin de año el peruano Miguel A. López, quien fuera curador de la 3 Bienal de Toronto (2024). Por el crítico de arte Olivier Debroise, a quien ella considera su mentor, es que ambos entraron en contacto.

 

 El trabajo más conocido de López es el que ha hecho alrededor de la obra de Cecilia Vicuña, artista visual, poeta y activista chilena.

 

 En febrero pasado, por ejemplo, el curador peruano vino a México durante la Semana del Arte; conversó con Henaro y aceptó el ofrecimiento de hacerse cargo de pensar los contenidos de las exposiciones.

 

 Pero no solamente, ya que confía en que, por su experiencia internacional, pueda atraer contenidos y establecer alianzas, además de ayudar a formar cuadros profesionales.

 

 Habrá también comisarios de artes vivas y de programas educativos.

 

 Aunque, aclara Henaro, el museo seguirá trabajando con curadores invitados para proyectos específicos.

 

 Para fortalecer el «proyecto museológico como centro social» cuenta ya con un renovado Consejo Asesor donde no solamente estarán representadas las artes vivas y visuales, al crecer de tres a cinco integrantes.

 

 Participan en él Laura Furlan, de Teatro Ojo, representante de artes vivas; David Gutiérrez, del ámbito académico; Christian Gómez, de la esfera curatorial y espacios independientes jóvenes activos; Abraham Cruzvillegas, de artes visuales, y Mariana Mora, de las comunidades activistas.

 

 La experiencia de Mora permitirá al Chopo generar encuentros con los migrantes, en su mayoría venezolanos y haitianos, que se congregan en las banquetas a unos metros de la entrada del recinto.

 

 «Este museo puede ser una madriguera también para ellos, porque a mí no me interesa llenar números sino cómo ejerzo políticamente mi función como centro social, como museo, para ellos también», dice Henaro.

 

 Además, será replanteado el proyecto editorial Fanzine Voces, que durante diez años ha sido dirigido por el artista visual Israel Martínez. La nueva etapa iniciará en 2025 con dos números al año en lugar de tres, como ahora, y un nuevo director.

 

 Acorde con su plan de hacer del museo un «lugar para estar», Henaro planea reactivar la cafetería y colocar bancas en distintos puntos del edificio para que la gente descanse sin tener que consumir, algo que no muchos museos ofrecen.

 

Lo que viene

 Henaro pone sus cartas sobre la mesa de las exposiciones de arte contemporáneo, su terreno, por venir.

 

 El programa arranca en agosto con la primera exhibición en México del colectivo Gran Fury de Nueva York, Art Is Not Enough (El arte no es suficiente), procedente del Museo de Arte de Sao Paulo, curada por André Mesquita.

 

 De acuerdo con el propio recinto brasileño, esta exposición «analiza los límites y el alcance de las campañas gráficas del colectivo Gran Fury, así como la idea del arte como estrategia en el activismo, impulsado por personas queer, para concienciar sobre el VIH/Sida».

 

 Aunque la muestra consta de 76 piezas originales, Henaro acota que aquí tendrá una cantidad menor.

 

 El título proviene de una frase acuñada por el propio colectivo, activo entre 1988 y 1995: «Con 42 mil muertos, el arte no es suficiente».

 

 Entre sus acciones figura la edición de The New York Crimes que corregía la cobertura dada por The New York Times a la crisis por el VIH.

 

 De madrugada, el colectivo abría los buzones del times y sustituía los ejemplares con la portada del periódico falso.

 

 Vendrá después Travesía hacia la noche, Una película expandida en el espacio, de Ximena Cuevas y Ricardo Nicolayevsky (1961-2023), una exposición esbozada por «Pacho» que ahora aterriza la nueva dirección.

 

 Antes de integrarse de lleno al equipo del Chopo, López curará como invitado la exposición Giuseppe Campuzano, Línea de vida, la primera en México del artista y activista travesti peruano, a presentarse en febrero de 2025.

 

 Henaro anuncia además dos nuevos proyectos para mostrar el trabajo de las generaciones recientes, La Vitrina, dentro del museo, y Efimeropermanente, en la barda perimetral interna al fondo del jardín trasero, donde está Vuelo a la jaula abierta, una pieza permanente del fallecido Jerónimo Hagerman.

 

 Efimeropermanente arrancará con el trabajo del colectivo oaxaqueño Lapiztola, formado por Roberto Arturo y Rosario Martínez.

 

 En cuanto a las artes vivas, anticipa los proyectos Viva la Chopa y Nombres de Combate, de Martín López-Brie; Dinámicas blandas, Slime, de Julia Barrios de la Mora, y La biblioteca negra, de Gabriela Halac y Lluc Mayol.

 

Rumbo a los 50 años

 El Chopo celebrará sus 50 años el 25 de noviembre de 2025, aunque todo el año producirá contenido alrededor del aniversario.

 

 Henaro habla de la intención de rescatar la luminaria histórica del Cinematógrafo del Chopo, que permanece apagada en la parte trasera del museo, lo cual se hará en conjunto con la Filmoteca de la UNAM, a cargo del cine.

 

 «La queremos restaurar y colocar de nuevo aquí al frente, al frente a un lado, porque como es inmueble histórico no puede estar tan enfrente, (pero) que estén las capas históricas: el inmueble de principio del 1900, la luminaria de los años 70-80 y que se alcance a ver la etapa contemporánea con la intervención arquitectónica que se hizo en tiempos de (la exdirectora) Alma Rosa Jiménez», responde en alusión al edificio dentro del edificio que diseñó Enrique Norten a inicios de los 2000.

 

 Con la Alcaldía Cuauhtémoc, ya hay conversaciones para el remozamiento de sus inmediaciones.

 

 El Chopo se ubica en Enrique González Martínez 10, Santa María la Ribera.

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