Ciudad de México, 20 diciembre 2024.- Con el objetivo de concienciar sobre la meditación y sus beneficios, la Asamblea General proclamó el 21 de diciembre como el Día Mundial de la Meditación, recordando el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.
Asimismo, la Asamblea General reconoce el vínculo entre el yoga y la meditación como enfoques complementarios de la salud y el bienestar.
Cultivar la paz y la unidad a través de la meditación
En las Naciones Unidas, la meditación ocupa un lugar especial, y muestra de ello es la Sala de Meditación de la Sede de la ONU en Nueva York. Inaugurada en 1952 bajo la dirección del Secretario General Dag Hammarskjöld, esta «sala de la tranquilidad» simboliza el papel esencial del silencio y la introspección en la consecución de la armonía mundial. Como dijo Hammarskjöld, esta casa, dedicada al trabajo y al debate al servicio de la paz, «debería tener una habitación dedicada al silencio en el sentido exterior y a la quietud en el sentido interior».
En tiempos de crisis mundiales, como los conflictos armados, las crisis climáticas y los rápidos avances tecnológicos, la meditación constituye un poderoso instrumento para cultivar la paz, la unidad y la compasión. Este Día nos recuerda la importancia de alimentar la conciencia de los seres humanos para hacer frente a estos problemas y vivir armonía con nosotros mismos y en nuestras comunidades. Al fomentar la paz interior a través de la meditación, las personas contribuyen a construir un mundo más resiliente y sostenible para las generaciones actuales y futuras.
Bienestar y salud
La meditación es cada vez una práctica más reconocida por su contribución a la salud mental, un derecho humano fundamental, y su alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La Agenda para el Desarrollo Sostenible hace hincapié en el papel fundamental de la salud y el bienestar para lograr el desarrollo sostenible. El Objetivo 3, Buena salud y bienestar, se propone garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todas las personas de todas las edades, abordando retos clave como la salud materna e infantil, las enfermedades transmisibles y no transmisibles, y el acceso a medicamentos esenciales y vacunas. Esta meta también destaca la importancia de la salud mental, la cobertura sanitaria universal y la reducción de las desigualdades sanitarias para construir sociedades resilientes e inclusivas.