Jorge Ricardo Nicolás                            

Agencia Reforma

Chiapas, México 24 abril 2024.- Abran los ojos, les pedía Xóchitl Gálvez, con un huipil rojo, a gritos desde el templete.

 

 «¡Despierten, despierten Chiapanecos! ¡No merecen sus hijos su cobardía! ¡No merecen sus hijos que ustedes no den la pelea!», le decía la candidata presidencial del PAN, PRI y el PRD al pequeño grupo, unos 200 de pie entre las mil sillas disponibles bajo el techumbre caliente de lámina que se enardecían también a gritos.

 

 Sudorosos, agitando banderas blancas y azules, rojas y verdes, amarillas y negras, y, sin embargo, iban a decirle que tenían miedo.

 

 «Nos amenazaron para que no viniéramos», gritaba un hombre bañado en sudor, la playera roja, la barba rala de alambre, la saliva brincando con cada palabra.

 

 «Somos de la Sierra, donde ahí está el crimen organizado, ahí se ven las armas de los narcos de Sinaloa, de Jalisco. Ahí se disputa en la plaza de nuestra sierra. Nos han intimidado pa’ todo, pa’ todo, pa’ todo. Es más, a mí me han golpeado», gritó al final del discurso de la candidata presidencial y luego lo repitió en entrevista.

 

Si era una explicación por la falta de seguidores del frente opositor en el Estado gobernado por Morena y donde el Presidente presume más de 80 por ciento de apoyo, si la inseguridad era un montaje, de cualquier forma el Ejército tomó previsiones.

 

 Al menos cuatro camionetas verde olivo y una ambulancia se turnaron en custodiar el recorrido de Gálvez desde Tapachula a Huixtla y luego a Tonalá, donde tenía programados sus actos de campaña.

 

 La candidata presidencial, que regularmente ocupa una sola patrulla, además de dos carros particulares, avanzó esta vez además con un convoy de tres camionetas de la Guardia Nacional con cinco militares, armas largas en cada una, además de una patrulla y otra camioneta de la policía estatal.

Artemio López, el maestro asesinado en Chicomuselo

«Hubo un maestro que se llamaba Artemio López quien, después de ver tanta violencia en su pueblo, decidió convocar una macha con la paz y, a la noche siguiente, entraron a su casa a matarlo. Le sacaron los ojos; eso se supo, no sé si fue cierto, ¿o no?», dijo la panista.

 

 «¡Sí!», respondieron en el salón vigilado por un militar con fusil en la entrada.

 

 El episodio que relató ocurrió el 21 de octubre en Chicomuselo, a tres horas de ahí.

 

 El profesor Artemio López había sido orador en la marcha contra la violencia del 12 octubre y 9 días después, en la madrugada, los asesinos y torturadores entraron a su casa.

Guerra del narcotráfico; ataque a candidatos

Un mes antes, en septiembre en Frontera Comalapa, en la misma región fronteriza con Guatemala, desfiló un convoy de Cartel de Sinaloa (CDS) entre aplausos de la población porque supuestamente les iba a dar seguridad contra el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que les disputa la plaza.

 

 En febrero, el candidato a senador por la coalición opositora, Willy Ochoa, denunció que fue perseguido por un comando armado que intentaba secuestrarlo y por eso ahora llegaba al mitin de Gálvez con un convoy igual de grande.

 

 El último episodio ocurrió dos días antes. El domingo, en la entrada a Motozintla, un grupo de hombres encapuchados, integrantes del Cartel de Sinaloa, según los pobladores, detuvieron a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, quien luego aseguró que era un montaje.

 

 «La señora Sheinbaum ya se dio cuenta de que hay retenes. Ella cree que fue un montaje. ¿Ustedes viven esos retenes sí o no?», había preguntado Gálvez en Tapachula, por la mañana, donde tampoco se llenó el auditorio y donde también le respondieron que así era.

 

 Con su séquito de guaruras esperándolo debajo del templete de Huixtla, Willy Ochoa aseguró que el crimen organizado no quiere que se denuncie lo que pasa.

 

 «Hoy les digo a todas y a todos ustedes que el gobierno de la delincuencia organizada, de nuestros opositores, son los que están bloqueando los eventos para que la gente no venga a escuchar cuál es la realidad que vive Chiapas», dijo.

 

 El priista de la playera roja gritó su denuncia al final del discurso y el convoy enfiló de nuevo hacia Tonalá. Rebasó retenes de migración y de la Guardia Nacional. En uno de ellos se bajó a saludarlos.

 

 «Ustedes sí son los de a de veras», les dijo a dos elementos de la GN, de pie bajo una lona blanca sin paredes y refrescándose con un ventilador negro.

 

 «¿Está dura la cosa, verdad?», preguntó a los dos militares, quienes lo confirmaron.

 

 Hileras de migrantes, niños con chancletas, jóvenes y mujeres, cargando bolsas, ropa, agua, rumbo a Estados Unidos, más de 2 mil 500 kilómetros más allá y todavía sin salir del estado más al sur de México. Unos diez panistas con carteles esperaban a Gálvez en una caseta de Pijijiapan, fue el único en todo el día, y ella se bajó a saludarlos.

 

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