Pedro Peñaloza

“La demagogia es la hipocresía del progreso”.

J. P. Proudhon

En unas horas se efectuará el tercer debate de candidatos presidenciales. Será una nueva oportunidad para observar las cualidades y deficiencias de los aspirantes. Sí, para eso deberían ser estos eventos, para saber cómo se comportan en la confrontación de ideas y posturas, medir su capacidad de reacción, su coherencia y templanza.

Que nadie se desilusione por no escuchar múltiples propuestas, ni se indigne por oír calificativos entre los candidatos o historias políticas llenas de tropiezos y amistades incómodas. Es en ese mar de confrontaciones donde se contrastan los datos y modelos de país al que aspiran. Ese es el núcleo de un debate.

Poco tiempo tienen para explayarse y sintetizar todo lo que buscan exponer para contrastar visiones. Es aquí donde se tienen que delimitar perfiles y estilos de gobernar. Más que hablar de programas, los cuales deben de estar ya trazados en las propuestas de los candidatos desde el inicio de sus campañas, se tienen que dejar ver las experiencias, las formas de afrontar una discusión, la fortaleza de sus ideales, su carácter y la capacidad de exponer de forma clara el camino que intenta seguir.

No perdamos de vista que estamos en presencia de una elección de Estado, con una intervención reiterada del inquilino Palacio, con la descarada participación de los gobernadores morenistas, miles de Servidores de la Nación, que son trabajadores de la Secretaría de Bienestar, haciendo campaña y líderes sindicales (charros) alineados al poder a cambio de respaldo e impunidad.

La crónica de la campaña de la candidata oficial ha sido como el añejo modelo: eventos a modos, acarreo, amenazas de perder programas sociales, aunque ahora no deja de aparecer el tema del crimen organizado como aliado del partido guinda.

Sumado a esto, tenemos otra guerra por generar una victoria artificial y prematura, donde las casas encuestadoras han sido la herramienta principal. Morena ha tratado de construir la idea de una elección donde ya no vale la pena votar, porque su candidata va muy arriba en las encuestas. Esto busca desanimar al electorado y hasta plantea que cualquier derrota del oficialismo sea considerada como un fraude. De ese tamaño es su pavor.

Así, arribamos casi al final de la jornada electoral, con un último debate donde Xochilt tendrá que afinar su puntería frente a la candidata del gobierno, quien seguirá con su soberbia. Mientras tanto el país está en llamas, carreteras tomadas, amplias regiones dominadas por el narco y masacres casi todos los días. Y el señor de Palacio en su confortable cinismo.

@pedro_penaloz

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