• Una reflexión crítica e irónica que pone en entredicho el concepto de desarrollo
  • En su obra aborda el trabajo industrial y sus consecuencias sociales, económicas, ambientales, alimentarias y laborales
  • Una de las piezas estelares es Cosmic Thing (Objeto cósmico, 2002), un Volkswagen Beetle 1989, o “vocho”, desarmado y suspendido con cables metálicos, el cual se volvió parte de la cultura mexicana

Desde una mazorca, pasando por un modelo de mano intervenido por cuchillos, hasta un “vocho” fragmentado y suspendido en el aire, la exposición Damián Ortega: Pico y elote es un recorrido por más de 80 piezas que develan, a través de una reflexión crítica e irónica, las contradicciones del concepto de “desarrollo”.

Expuesta desde el pasado 10 de abril en el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA), recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), esta retrospectiva, que abarca 30 años de producción, muestra diversas capas.

Por un lado, está la gran variedad de exploraciones del artista, con un amplio uso de soportes: tejido, instalación, escultura, fotografía y video, y de materiales: productos orgánicos e industriales, arcilla, tela, mármol, cartón, entre otros.

Por otra parte, destacan las reflexiones que genera en torno al desarrollo industrial y sus consecuencias sociales, económicas, ambientales, alimentarias y laborales, desde una perspectiva que inicia en nuestro país, o como se señala en el recorrido: “Esta exposición sitúa el trabajo del artista dentro de una época coyuntural de la historia reciente de México, cuando el país se abrió a la inversión extranjera y dio paso a la proliferación de la manufactura industrial”, lo cual también dialoga con diversas realidades del orbe.

La muestra abre con dos piezas fundamentales que guiarán el recorrido de los visitantes: Elote clasificado (2005) y Pico cansado (1997); el primero hace referencia no solo a las costumbres y tradiciones alimentarias de los mexicanos, sino evoca a la naturaleza y los recursos naturales; el segundo hace alusión a los procesos de tecnificación e industrialización, ligados al desarrollo económico, la explotación laboral y la contaminación.

Al inicio destacan dos series enfrentadas, por un lado, están las 120 jornadas (conjunto formal, orgánico, prehispánico y barroco), de 2020-2023, una serie de 117 botellas de arcilla de Oaxaca y tres botellas de cerámica de alta temperatura, las cuales aluden a la gran línea de producción industrial del refresco de cola. Por el otro lado, está una serie de máscaras realizadas con materiales tradicionales, orgánicos o de desecho.

La muestra incluye cuatro instalaciones de gran formato, para las cuales el recinto del Inbal adaptó estructuras de acero con el fin de resguardar el inmueble. Una de ellas es Controlador del universo (2007), que alude a un mural de Diego Rivera que está en el recinto. Si Rivera pintó el avance tecnológico como decisivo para la “liberación” de la clase obrera, Ortega pone en duda esa idea con una instalación en la que picos, serruchos, martillos, desarmadores, entre otras herramientas, amenazan al visitante.

Transformers (1991-2021) es una serie de juguetes de plástico intervenidos con residuos biodegradables, cáscaras de nuez y caparazones de crustáceos, con la cual “juega con la noción de que los mismos seres sintientes se convierten en herramientas, codependientes de máquinas para prosperar”.

Una de las piezas estelares es Cosmic Thing (Objeto cósmico, 2002), un Volkswagen Beetle 1989, o “vocho”, desarmado y suspendido con cables metálicos, pieza que representó a México en la Bienal de Venecia de 2003, el cual no solo pone la reflexión en los procesos industriales, sino recuerda el papel social y económico que han jugado las plantas de ensamblaje automotriz en el país y cómo este modelo se volvió parte de la cultura mexicana, cuando se designó como taxi oficial, en 1971, del otrora Distrito Federal.

La muestra finaliza en la sala de proyecciones Paul Westheim, ubicado en la planta baja del PBA, donde se muestra la videoinstalación Nueve tipos de terreno (2007), que hace referencia al libro El arte de la guerra, de Sun Tzu, publicado en el VI a. C. Esta pieza, integrada por nueve videos que registran la reacción en cadena de tabiques cayendo como fichas en dominó, busca que el público se vea inmerso en un juego audiovisual que vincula los procesos de industrialización con las tácticas militares de producción que causan una constante precariedad.

Damián Ortega: Pico y elote está abierta al público de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 h en el Museo del Palacio de Bellas. Permanecerá en exhibición hasta el 30 de junio.

 

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