Érika P. Buzio                                   

Agencia Reforma

 

Ciudad de México 4 octubre 2024.- «¡No hay que olvidar a Germán!», arengó Virulo a los fieles lectores de Germán Dehesa (1944-2010) al recordarlo en la que fue su casa editorial.

 

 En el mismo patio que cruzaba por las tardes con el fruto de la venta de ejemplares ante el boicot de la Unión de Voceadores cuando nació REFORMA, la palabra del extrañado escritor y periodista regresó la noche de este jueves a este diario con el espectáculo De herencias y querencias.

 

 Un tributo al «Charro Negro» preparado por su hijo Ángel Dehesa y el cantante Alejandro García Villalón, «Virulo», cómplice indispensable del autor en el legendario teatro-bar La Planta de Luz, en Plaza Loreto.

 

 «Eran espectáculos wagnerianos», dijo Virulo refiriéndose a su duración, cuatro horas en el escenario que para Dehesa eran siempre pocas.

 

 El homenajeado era un gran conversador y el músico cubano mexicano, hábil improvisador, se las arreglaba para soltar sus canciones.

 

 Le agradeció a Dehesa que le enseñara a ver a México y la vida, y lo ejemplificó con el ingenio detrás de los nombres de los negocios: Polloacán, Harrypostres, Chanclón van Damme o la guardería Children-a-su-Madre, y así nació la canción Taquicardia, inspirada en la taquería frente al Hospital de Cardiología.

 

 Un hombre capaz de sumar a la gente de izquierda y derecha en sus ventas de canciones con fines benéficos; en una subasta en favor de los tarahumaras, Rata de dos patas se cotizó en «un millón de pesos por cada pata».

 

 «Nosotros sí ensayamos y no va a durar cuatro horas», bromeó Ángel Dehesa, quien leyó una selección de las columnas de su padre, la Gaceta del Ángel, que publicó en REFORMA durante 17 años, y donde, con sarcasmo, diseccionó la realidad nacional y se trató a sí mismo con ironía.

 

 «Tuvimos que ensayar muchísimo; Ángel lloraba, (pero) se ha llenado de valor y yo creo que lo está haciendo muy bien», confió Virulo, acompañado por el tresero cubano José Rodríguez.

 

 «(REFORMA) fue su casa desde el primer día hasta que se fue en septiembre de 2010», recordó su hijo ante los lectores del diario, reunidos para gozar del espectáculo. «Les agradezco que estén aquí. Él habría querido que se le recordara cantando».

 

 A los suscriptores les dio la bienvenida Roberto Zamarripa, Director General Editorial, quien recordó a Dehesa como el alma, el corazón de la venta de este diario en las calles hace 30 años.

 

 El escritor y periodista habría cumplido 80 el pasado 1 de julio. Reveló a sus lectores que estaba enfermo el 25 de agosto de 2010, justo una semana antes de fallecer.

 

 «Germán fue un hombre de mucha entereza. En su habitación estuvimos platicando casi dos horas de los espectáculos que íbamos a hacer, hacíamos chistes», relató Virulo.

 

 Cuando salió de la recámara de Dehesa, su esposa, Adriana Landeros, le dijo: «Esperamos el final de un momento a otro».

 

 Virulo no podía creer que un hombre que estaba en sus últimas se estuviera riendo. Y a él, que era un humorista, le habría gustado ser recordado así, con humor y música.

 

 «El humor es el lado positivo de la comicidad. Eso hacía Germán: hablaba desde el corazón», sentenció Virulo. «Si no es poético, no es humor. Y defendía el punto de vista del humor para todos».

 

 Para no terminar tristes como en las demás funciones, el cantautor le dedicó una canción, con la alegría del son jarocho, cuyo estribillo invitó a corear a los lectores de REFORMA: «Ay, Germán de Veracruz, allá en La Planta de Luz».

 

 El júbilo de Germán Dehesa se sintió otra vez en su casa.

 

Instagram
WhatsApp