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Es el tipo más común de esta
enfermedad, alerta Mauricio Rodríguez Álvarez
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Hace 94 años que existe el biológico
BCG que se aplica a recién nacidos y a niños pequeños para prevenir la tuberculosis
en meninges, huesos, hígado, riñones, piel y ojos
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Hoy 24 de marzo se conmemora el día
internacional contra ese padecimiento
Estigmatizada socialmente, inmortalizada en piezas
de ópera, obras literarias y causa de muerte de personajes como el compositor
polaco Fréderic Chopin, el dramaturgo ruso Anton Chejov y el rey de España
Alfonso XIII, la tuberculosis es una enfermedad que sigue afectando a la
humanidad en el siglo XXI.
“Aunque ha acompañado al ser humano y a
varias especies animales desde hace siglos, aún no existe una vacuna contra la
que afecta a los pulmones, que es la más común en el mundo”, explica el
profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, Mauricio Rodríguez Álvarez.
En contraste, en la década de 1930 se
creó la BCG (bacilo de Calmette-Guérin) que se aplica en varios países, sobre
todo a partir de 1950 a recién nacidos y niños pequeños para prevenir la tuberculosis
en las meninges (tres capas de membranas que protegen el cerebro y la médula
espinal) y otros sitios fuera de los pulmones como huesos, piel, ojos, riñones
e hígado, detalla el también especialista del Programa Universitario de
Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes.
A propósito del Día Mundial de la
Tuberculosis, que se celebra hoy 24 de marzo, precisa en entrevista que se
trata de una enfermedad causada por bacterias del género Mycobacterium,
del que hay varias especies, caracterizadas por ser resistentes a los
medicamentos y a una parte de la respuesta inmune en la que provocan daños y
causan infecciones crónicas de larga duración las cuales, aunque parece que se
controlan o se eliminan, se quedan en el cuerpo y se pueden reactivar con el
paso del tiempo.
La presentación clínica más frecuente
es la tuberculosis pulmonar, porque la principal vía de transmisión es a través
de la adquisición de gotitas de saliva con la bacteria, que se instalan en
estos órganos, donde empieza el proceso de la respuesta inmune y de la
inmunopatología, señala.
Este padecimiento también puede
infectar a las glándulas suprarrenales y cualquier tejido, porque la bacteria
viaja dentro de las células de las defensas.
Además del ser humano, daña a vacas y
roedores, y puede pasar a humanos en forma de zoonosis; también existe la
transmisión de persona a persona.
Fuera de control
En la tuberculosis hay gran variedad de
síntomas que dependen del órgano alterado, pero siempre hay una respuesta inmune
intensa, a veces fuera de control.
Entre los síntomas más comunes destacan
la presencia de fiebre (mayor a 38 grados y con mayor ocurrencia en las noches,
durante semanas), inflamación, crecimiento de los ganglios y dolor.
En la pulmonar hay tos persistente (con
flemas y en etapas avanzadas con sangre), escalofríos, frío, sudoración,
dificultad para controlar la temperatura y pérdida de peso.
Según datos de la página electrónica de
la Organización Mundial de la Salud de 2022, 1.3 millones de personas murieron
de tuberculosis (entre ellas 167 mil con Virus de Inmunodeficiencia Humana
causante del sida). Es la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después
de la COVID-19 y por delante del VIH y el sida.
El organismo mundial calculó que en
2022 la padecieron 10.6 millones en el orbe: 5.8 millones de hombres, 3.5
millones de mujeres y 1.3 millones de niños.
Una de las metas de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible relacionadas con la salud es acabar con la epidemia de
esta enfermedad para 2030.
Al respecto, Rodríguez Álvarez
considera que ese propósito es lejano y ambicioso, sobre todo después de la
pandemia de la COVID-19, debido a la cual se descuidaron los programas para la
vigilancia de algunas enfermedades como la tuberculosis, que ahora tiene niveles
más altos. “En 2020 había 13 mil casos en México y 19 mil en 2023”.
FUENTE: UNAM