Cortesía Europa Press

Agencia Reforma

Madrid, España 15 marzo 2024.- El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha alertado este viernes de que cerca de 3,7 millones de niños sudaneses sufrirán desnutrición aguda este año en el país, incluidos 730.000 que necesitarán tratamiento vital para salvar sus vidas, en el marco de la guerra desatada en abril de 2023 entre el Ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).

 

«La escala y la magnitud de las necesidades de los niños y niñas en todo el país son sencillamente asombrosas. Sudán es ahora la mayor crisis de desplazamiento del mundo, y algunos de los niños y niñas más vulnerables se encuentran en los lugares más difíciles de alcanzar», ha dicho la jefa de Operaciones de terreno y Emergencia de UNICEF en Sudán, Jill Lawler.

 

«Sólo en Jartum, las necesidades de los niños y niñas son enormes. Pero esto también es así en Darfur, donde estuve el mes pasado, en una misión transfronteriza a través de Chad», ha señalado Lawler desde la ciudad suiza de Ginebra tras un viaje a Sudán, donde estuvo junto a un equipo de UNICEF para analizar la situación, incluido un desplazamiento a Omdurmán, adyacente a la capital.

 

Así, ha explicado que la misión a Omdurmán fue «la primera misión de Naciones Unidas que regresaba a Jartum, que ha estado bajo fuego casi constante desde que estalló la guerra». «Nuestro objetivo era comprender en la medida de lo posible cuáles son las condiciones de los niños y niñas once meses después del inicio de los combates y ver de primera mano el trabajo que estamos apoyando con aliados locales para entregar suministros y servicios que salvan vidas, al menos en las partes de Omdurmán a las que pudimos acceder», ha relatado.

 

Lawler ha afirmado que en el Hospital Al Nau, uno de los pocos que cuenta con sala de traumatología funcional «y muy concurrida», mantuvo una reunión con dos jóvenes que sufrieron recientemente amputaciones. «Supimos por el director del hospital que sólo en el último mes se habían amputado miembros a unas 300 personas», ha lamentado, antes de agregar que los médicos le trasladaron que «las necesidades van en aumento».

 

«Vimos a dos, a veces tres pacientes, compartiendo cama. El agotamiento del personal, muchos de los cuales prácticamente viven en el hospital, y la mayoría de los cuales llevan meses sin cobrar sus sueldos, es palpable, al igual que la frustración por la falta de suministros, equipos y espacio», ha dicho, al tiempo que ha confirmado que visitó a niños desnutridos en otro hospital de la ciudad, donde los equipos trabajan «en total oscuridad» por los cortes eléctricos.

 

«Durante nuestra visita, nos enteramos de que mujeres y niñas que habían sido violadas en los primeros meses de guerra están ahora dando a luz a bebés, algunos de los cuales han sido abandonados al cuidado del personal del hospital, que ha construido una guardería cerca de la sala de partos», ha manifestado, al tiempo que ha detallado que sólo una de las trece plantas de tratamiento de agua en la capital sigue operativa.

 

Esta planta, que suministra agua a unas 300.000 personas en Omdurmán, ha resultado dañada por los combates y funciona sólo al 75 por ciento de su capacidad, si bien ha advertido de que «dejará de funcionar dentro de dos semanas a menos que se pueda traer más cloro para tratar el agua destinada a esa población». «El hambre es omnipresente: es la principal preocupación expresada por la gente», ha añadido.

 

«Hay comida en el mercado, pero es sencillamente inasequible para la mayoría de las familias, debido en parte a un continuo apagón de las telecomunicaciones que impide a las familias recibir las transferencias de efectivo que tanto necesitan», ha recalcado Lawler, quien ha reiterado que «el número de niños con desnutrición aguda está aumentando, y la temporada de escasez ni siquiera ha empezado»

 

CATÁSTROFE «INMINENTE»

Por ello, ha reclamado a las partes en conflicto que «permitan un acceso humanitario rápido, sostenido y sin obstáculos», tanto a través de las líneas de frente como a través de las fronteras, y ha abundado en que «las partes en conflicto tienen el imperativo moral y la responsabilidad legal de proteger a los niños», incluidas «medidas concretas» para prevenir y poner fin al asesinato y la mutilación, al reclutamiento de ‘niños soldado’ y a «todas las formas de violencia sexual».

 

Lawler ha incidido además en que es necesaria una «movilización masiva de recursos» por parte de la comunidad internacional «antes de finales de marzo» para que las organizaciones humanitarias puedan atender las necesidades sobre el terreno y «limitar una inminente catástrofe humanitaria», especialmente ante el riesgo de hambruna en el país africano.

 

Por último, ha recalcado que «24 millones de niños de todo Sudán necesitan y merecen la paz». «Necesitan un alto el fuego. Necesitan una solución política duradera. Necesitan la oportunidad de ser niños «, ha destacado, en medio del estancamiento de los contactos entre el Ejército y las RSF –ahora declaradas como una organización terrorista– para poner fin al conflicto armado.

 

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertó la semana pasada de que la guerra podría convertirse «en la mayor crisis de hambre en el mundo», tras ser ya la mayor crisis de desplazamiento a nivel mundial. «A día de hoy, la gente de Sudán ha sido olvidada. Millones de vidas y la paz y la estabilidad de toda una región están en juego», lamentó la directora ejecutiva del organismo, Cindy McCain.

 

La guerra entre el Ejército sudanés y las RSF estalló en abril de 2023 a causa de las fuertes discrepancias en torno al proceso de integración del grupo paramilitar en el seno de las Fuerzas Armadas, situación que provocó el descarrilamiento de la transición abierta en 2019 tras el derrocamiento de Omar al Bashir. El conflicto ha dejado más de seis millones de desplazados internos –que se suman a los cerca de tres millones de desplazados previos– y ha empujado a más de 1,7 millones de personas a cruzar hacia países vecinos.

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